Cuando hablamos de emprender, siempre se nos viene a la mete miles de frases que nos motivan, y que nos llenan de ánimos. Comenzamos con una idea que no se detiene en nuestras mentes, con una motivación que creemos que ayudará y necesitarán miles de personas. Y en este momento de efusión, pocas veces nos detenemos a reflexionar los detalles operativos, los detalles de pasar de ser emprendedores a hacer empresarios. Y de esto, precisamente, trata el libro El Mito del Emprendedor, de ese perfil que todo emprendedor debe tener: el empresarial.

Gerber define tres perfiles

  • El emprendedor: todo el que arranca un negocio, sin importar su tamaño, tiene esta musa dentro. Es un malestar satisfactorio (si se me permite el oxímoron). Una idea, un concepto, una forma de hacer negocios, de convertir algo en dinero. Es la creatividad llevada a la realidad.
  • El técnico: es el que la mayoría de los emprendedores tienen, es el saber hacer. Ya sea un carpintero, un artista, un chef, un abogado, todos tienen algo en común, conocen su profesión, y suelen ser muy eficientes en ella.
  • Y el directivo: en esta sí, muy pocos encuentran un camino, de hecho, existen negocios que facturan miles de dólares, y aún su dueño, no se ha convertido en un directivo. Ello implica, el saber dirigir, y permitir que otros gestionen sus responsabilidades, es decir, solo estar orquestando, subiendo el tono o bajándolo, dependiendo el ritmo del negocio.

A través del libro de Gerber, que dicho sea de paso es sumamente amigable de leer, encontramos una narrativa interesante, vinculada al desarrollo de cualquier negocio. Esto es vital tanto para quienes emprenden como para quienes tienen ya un negocio en curso.

Etapas del negocio

El autor hace referencia a las etapas del negocio, tal y como sucede en el ser humano, y es que al fin y al cabo, ¿qué es una empresa si no el reflejo de la capacidad humana?

  • La infancia la define como el arranque del negocio, ese ente depende de tiempo total de nosotros, y hay que alimentarlo a diario, darle de comer, poner todo de nuestra parte. Quien lo cuide debe ser alguien responsable, que aprecie el valor de ese negocio, tal y como lo hace el dueño mismo.
  • La adolescencia, acá la historia no es distinta. Sin embargo, Gerber, nos quiere dar entender que en esta etapa se debe dar independencia al negocio, darle mayor versatilidad, permitirle conocer nuevas formas, procesos, una manera más autónoma de gestionarse, pero estando atentos para corregir caminos cuando sea necesario.
  • Madurez, esta última es cuando un negocio funciona sin nosotros. Es un ente que se autogestiona, emplea y gerencia sin necesidad de tenernos, y este proceso es doloroso para cualquier dueño, y es que, por más que escuchemos que los grandes negocios funcionan así, el ego de todo ser humano no le permite inmediatamente dar este paso.

A través de toda esta narrativa, Gerber nos lleva de la mano hacia donde quiere llevarnos en la lectura, al conocer cómo estructurar una empresa rentable. Para él, es importante siempre tener en mente un sistema “franquiciario”, porque de acuerdo con él, permite sistematizar. Sin importar donde esté el negocio, este funcione, y funcionar significa que sea un sistema que se organice, que tenga criterio y valores, pero lo más importante es que no dependa de su fundador.

Conclusiones sobre El Mito del Emprendedor

Ciertamente, es un libro que sí se los recomendamos, tanto para quien emprende como para quien ya tiene un negocio. El Mito del Emprendedor es de esos libros que no discriminan, muy ligero y ameno, la narrativa es loable.

Si yo tuviera que quedarme con la mejor enseñanza de este libro, sería la de que un negocio real, es que funciona sin su fundador, y este participa, quizás, como un consejero, pero fuera de ello, el fundador se enfoca en otros aspectos, en negocios. Si esa no es la visión que tenemos cuando se inicia un negocio, entonces, así lo entiendo, no somo emprendedores, somos autoempleados, que no tiene nada de malo, sin embargo, ello implicará que el negocio siempre necesitará de nosotros. Y no como un emprendimiento, donde a largo plazo se pretende dejar un negocio que se autogestiona y que, mejor aún, solo nos llama cuando necesita depositarnos nuestro cheque de rendimientos, o bien, requiere nuestro consejo.

Por cierto, hace unas semanas, hablamos del Mito del Emprendedor en nuestro podcast. Te invitamos a verlo, y porqué no, a seguirnos en nuestro podcast Markethink®

Hasta la próxima publicación. Visible.

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